Y no es que lo diga yo…

Ayer fue el cumpleaños de una persona especial. Muy especial. Y no es que lo diga yo…

Tan especial que él puede completar la vida de los demás.

Cualquiera que lo conozca os lo puede decir, se convierte en imprescindible, y no es que lo diga yo…

Todos le quieren a su lado, en lo bueno y en lo malo.

Él suma. Aporta.

Deja huella hasta en los corazones mas fríos. Abre las mentes más cerradas.

Es entrañable. Honesto. Alegre. Vital. Enérgico. Bondadoso. Optimista. Responsable. Íntegro. Familiar. Y no es que lo diga yo…

Sus ojos expresan amor. Dulzura.

Es guapo. Interesante. Apuesto. Y no es que lo diga yo…

Su obsesión por ayudar a los demás le hace trabajar por encima de las posibilidades de cualquiera, pero no de las suyas. Porque su fortaleza no es humana. Su coraje y energía no son terrenales. Y no es que lo diga yo…

Tiene la curiosidad de un niño pequeño. La risa de un adolescente. La fortaleza de un veinteañero.

Su sonrisa es pícara, como lo fue su infancia.

A su lado no hay penas. Si las tienes, las olvidas, porque él y su barita mágica le dan la vuelta a todo. Y no es que lo diga yo…

Él me enseñó a jugar, a reír.

Me transmitió su amor a los animales, y se quedó pegado en mi piel.

Él me acostumbró a vivir feliz. A no alejarme jamás del buen humor. A darle la justa importancia a las cosas.

Con él aprendí a mantener la calma en la tempestad.

Él me enseñó lo que era el respeto, la empatía.

Él me enseño muchas cosas, pero no todo lo que me enseñó se quedó prendado en mi.

Porque MI PADRE es un millón de veces veces mejor yo. Y no es que lo diga yo…

Felicidades Papá. Te quiero.

MJ

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La magia de los Reyes en Villa Carlota.

El post de hoy tiene poco mérito por mi parte, pues mi única aportación es mostraros la narración de una celebración de Reyes (desde mi humilde opinión) perfecta y entrañable. Ni es la mía, ni, como os digo, la he escrito yo. Pero merece la pena ser leída, creedme.

Así es como se vive la magia de los Reyes Magos en «Villa Carlota», y así nos lo cuenta María de la Serna:

«En Villa Carlota es la fiesta más importante del año. Por encima de todas las demás. No sólo vamos a las cabalgatas de San Rafael y de El Espinar, sino que además aportamos niños pastores, niños ángeles, niños romanos y este año, niña castañera. Nos vienen a ver tíos y amigos, preparamos un cenorrio bien rico y solemos jugar a algo por equipos. Luego preparamos café, licores y pastas y nos vamos a la cama con la ilusión de los regalos. Todos: camas en todos los cuartos incluidos despacho, hall y pasillo. Y por la mañana, nos despertamos los unos a los otros y bajamos al salón en estricto orden de edad –que se note que aquí vive una protocolera– y entramos en el salón a grito pelado con ohhhsss y ahhhss a todo trapo. Está prohibido quitarse el pijama hasta la hora de comer y se desayuna chocolate, café y roscón. ¡Y no fallan! Se quede quien se quede a dormir, si pone el zapato, le dejarán un regalo…

Os deseo a todos unos felices, mágicos y entrañables Reyes Magos./home/wpcom/public_html/wp-content/blogs.dir/1f6/74913721/files/2015/01/img_5235.jpg

MJ

 

Te prometo ser la mejor versión de mi misma.

Querido 2015:

No te pediré nada, sólo que me escuches, que me leas. Contigo despediré tantas cosas…

Contigo despediré a la decepción, que me ha inundado. Me ha saturado. Me ha cubierto hasta ahogarme y hundirme.

Contigo despediré a la falta de verdades. Qué han convertido el cristal transparente, en plomo.

Contigo despediré a la hipocresía y a la falsedad.

Contigo despediré a esas imágenes crueles sobre el maltrato animal que quedaron pegadas en mi retina, agujereando mi corazón. ¡Basta ya!

Contigo despediré a las noticias que escuché sobre el hambre y la miseria, cebándose en criaturas tan pequeñas, que sólo pueden expresarse con sus ojos. Ojos de hambre y pena.

Contigo despediré a los reproches que hacen supurar de dolor los oídos más limpios.

Contigo despediré a esas miradas que no dicen nada y que lo dicen todo, creándote heridas tan profundas que tardan días, semanas, en sanar.

Contigo despediré a las desilusiones, que hacen resquebrajarse a los más alegres tiovivos.

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Contigo despediré a mi rencor, a mi dolor, mi humillación, mis fracasos, mis errores, mis debilidades, y si vuelven, los esconderé en un cajón.

A cambio, te prometo ser la mejor versión de mi misma. La mejor versión de mi yo. Porque he tenido que decir muchas veces NO, para llegar a lo que soy. Porque hay que ser muy valiente para decir tantas veces NO. Hay que ser de verdad; íntegra; sincera; auténtica. Soy el producto de traiciones y mentiras sí, pero también de amores profundos y experiencias felices. Y eso no se puede volver a vivir. Ya fui elegiendo en cada decisión que tome, como ser. Ahora, sólo puedo pulir lo ya esculpido. Por eso, te prometo ser la mejor versión de mi misma.

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!Te espero año nuevo! ¡Te espero y te deseo! Te necesito. Ansío tu entrada para que llegues con aires nuevos. Con esos vaivenes de altanería que llegáis todos los años, tú y los que te precedieron.

Te recibiré engalanada. Sonriente. Feliz. Esperanzada.

En cada campanada, recordaré cada mes que te compone, y me preguntaré, cómo cada año, que me traerás…

MJ

Os deseo a todos un feliz año 2015.

Las Nochebuenas de mi infancia…

Es difícil escribir en estas fechas sin que se remuevan los recuerdos… El azar elige para mi los recuerdos de mi niñez. Son recuerdos tan dulces…, tanto, que recordarlos escuece.

En casa siempre celebramos la Nochebuena por encima de cualquier otra festividad. Mis abuelas vivían en dos pueblos de Ávila muy cercanos, asíque, aunque cada año cenábamos en una de las casas, siempre había un rato para ver “a la otra familia».

Las Nochebuenas en casa de la aAbuela Rosariobuela Rosario eran ruido. Ruido de 10 conversaciones distinas. Ruido de risas; ruido de mi tia Lini contando los mejores chistes de mejicános que haya escuchado nunca. Ruido de primas y primas y más primas, bueno sí, y algún primo, corriendo todos por los pasillos de la casa, de la cocina baja a la sala. Teníamos que cenar en salones distintos y por turnos; y es que era imposible, no cabíamos en casa de la abuela Rosario. Nos dividían en tres grupos, los pequeños, los medianos y los mayores… Aunque cada año soñábamos con “el cambio de categoría y mesa”, a la de los mayores no se llegaba nunca, eran de los padres y ¡punto!
Lo mejor de la noche era cuando nos metíamos mis primas y yo en la habitación de la sala a disfrazarnos con las enaguas de mi abuela. ¡Cuántas veces me habré puesto esas enaguas! Blancas, con puntillas y mágicas. Blancas, con puntillas y preciosas, y sí, mágicas, porque tan pronto nos las poníamos, nos hacían sentir como princesas del cuento más dulce. Por supuesto nos llegaban «a los pies», algo fundamental para sentirte princesa.

Las Nochebuenas enAbuelos Tolo y Ángeles casa del abuelo Tolo y la abuela Ángeles, eran calor. Calor de hogar. El calor verdadero que desprendía la gloria, que era una bendición teniendo en cuenta que hablamos del 24 de diciembre, en Ávila. Pero sobre todo, eran el calor de la sonrisa de mi abuela, ¡de esas sonrisas que ilumina una habitación entera! y me quedo corta… El calor de las historias de mi abuelo, historias de sus mil correrías. Historias de pillastre, de buscavidas. Noches de ajetreo de cubiertos y platos; noches de:

–Dame, que yo pongo las servilletas. ¿Cuántos somos?

–17, ¿no?

–¡Qué no puede ser, qué somos impares!

–¡Ah! 18, que no había contado a la tía Rosalía…

–¡Primaaaaaaaaa! ¡Me faltan cucharaaaaaas! ¡Tráeme de la alacena de la cocinaaaaaaaa!

Voces que no dejaban escuchar a nadie el discurso del Rey, algo indispensable en esas noches tan cálidas. Eran noches de “cachar” nueces para hacernos el turrón de pobre. Noches de montañas de cáscaras de nuez y papelillos enroscados de polvorones. Noches de impaciencia mientras los padres nos partían los higos para meter las nueces. Noches de villancicos y bailes. De espumillón y risas. De complicidad. De hogar y familia.

Eran noches felices.

Y aunque lo siguen siendo, cada Nochebuena les recuerdo. Recuerdo a mis abuelos. A mi abuelo Rufo, al que, aunque nunca conocí, imagino como a mi padre… Con su misma voz y sonrisa. A mi abuela Rosario que tantas enseñanzas me dejó. A mi abuela Ángeles, para que su alma noble me acompañe siempre y a mi abuelo Tolo que… ya no me conoce.

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Os deseo a todos una feliz Nochebuena. Y que los recuerdos de tiempos felices no empañen una noche tan especial.

MJ

Cuando eres hijo único, tu mundo es mucho más pequeño.

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Me gusta encontrar gente como yo, es decir “hijos únicos”. Me intereso mucho más por sus vidas, por sus experiencias y sentimientos, porque creo que somos especiales. Ni mejores, ni peores que el resto, simplemente distintos. Se supone que somos … Sigue leyendo