Ayer fue el cumpleaños de una persona especial. Muy especial. Y no es que lo diga yo…
Tan especial que él puede completar la vida de los demás.
Cualquiera que lo conozca os lo puede decir, se convierte en imprescindible, y no es que lo diga yo…
Todos le quieren a su lado, en lo bueno y en lo malo.
Él suma. Aporta.
Deja huella hasta en los corazones mas fríos. Abre las mentes más cerradas.
Es entrañable. Honesto. Alegre. Vital. Enérgico. Bondadoso. Optimista. Responsable. Íntegro. Familiar. Y no es que lo diga yo…
Sus ojos expresan amor. Dulzura.
Es guapo. Interesante. Apuesto. Y no es que lo diga yo…
Su obsesión por ayudar a los demás le hace trabajar por encima de las posibilidades de cualquiera, pero no de las suyas. Porque su fortaleza no es humana. Su coraje y energía no son terrenales. Y no es que lo diga yo…
Tiene la curiosidad de un niño pequeño. La risa de un adolescente. La fortaleza de un veinteañero.
Su sonrisa es pícara, como lo fue su infancia.
A su lado no hay penas. Si las tienes, las olvidas, porque él y su barita mágica le dan la vuelta a todo. Y no es que lo diga yo…
Él me enseñó a jugar, a reír.
Me transmitió su amor a los animales, y se quedó pegado en mi piel.
Él me acostumbró a vivir feliz. A no alejarme jamás del buen humor. A darle la justa importancia a las cosas.
Con él aprendí a mantener la calma en la tempestad.
Él me enseñó lo que era el respeto, la empatía.
Él me enseño muchas cosas, pero no todo lo que me enseñó se quedó prendado en mi.
Porque MI PADRE es un millón de veces veces mejor yo. Y no es que lo diga yo…
Felicidades Papá. Te quiero.
MJ